Noche de la Nostalgia: la noche más-cara

La noche del 24 de Agosto, en Uruguay, se festeja «La Noche de la Nostalgia»… una noche un tanto especial, donde se recuerdan viejos éxitos musicales de años atrás y es la noche en la que surgen varias fiestas dedicadas a los recuerdos.

El 25 de Agosto es fecha patria en Uruguay, se festeja la Declaratoria de Independencia del país y «La Noche de la Nostalgia» creada en 1978 por Pablo Lecueder (hoy director de Oceano FM), es la antesala a dicha conmemoración.

En el año 2004, por ley nacional se decreta que la noche del 24 de Agosto se denomine «La Noche de la Nostalgia» en todo el país y se cataloga como de interés turístico nacional.

Obviamente, este servidor no podía quedar ajeno a este evento, así que organizamos con unos amigos ir a una de las fiestas que se organizaban esa noche.

Había infinidad de ellas, pero dos sobresalían por su espectacularidad y trayectoria. La organizada a los pies de la radio de Oceano FM solo para parejas y la ubicada en el Hipódromo de Maroñas, en la que había varias pistas, 3 cenas shows más temprano, desfile de modelos  y se esperaba unas 10.000 personas.

La opción fue sencilla «Maroñas»… Conseguimos invitaciones gratis para tres de nosotros que fueron Fabian, Maxi y un servidor. Organizamos una previa en casa de Fabian imaginándonos que los precios de todo lo consumible esa noche se iría por las nubes.

Fabian, gentilmente, se ofreció a prestarnos su parrillero cerrado para tomar unos tragos y unas picadas para hacer base y me indicó que como quedaba lejos me acercara a determinado lugar que el me levantaba en su auto.

Así que el 24 a la noche a la hora acordada estaba en el lugar indicado, vestido para la ocasión.

Una helada caía sobre mí y mis huesos tiritaban. En eso, recibo un llamado en mi celular… era Fabian avisándome que había tenido un accidente y se había quemado la mano con agua caliente… que me tomara otro bus para llegar a su casa. Nunca había ido, así que con mínimas indicaciones me subí a un colectivo de pasajeros lleno. Le indiqué al guarda las intersecciones de las calles donde debía bajarme a  lo cual me informa que desconocía totalmente donde era… así que tuve que ingeniarme para que con la poca información con la que contaba pudiera ubicarlas.

El coche se llenó. Éramos sardinas en lata. Se bajó una señora y pude ubicar mis extremidades en un asiento calentito que la corpulenta dama me había dejado. Todo el que pasaba por el pasillo me golpeaba con su bolso o codo.

Subió un hombre de unos 40 y tantos años en visible estado de ebriedad. El tipo se colgó del pasamano superior e iba acomodándose recostándose a todo pasajero que estuviera a su izquierda. Estos pasajeros se corrían tratando de despistarlo hasta que el hombre se dio cuenta y balbuceó unas frases ordinarias sin sentido y se apoyó sobre el brazo derecho quedando estancado en medio del pasillo… justo a mi lado.

Comenzó a cabecear. El olor a vino era insoportable. Apoyó su cadera en mi hombro y cada tanto se le aflojaban las rodillas y me golpeaba con ellas en las costillas… sigilosamente lo empujaba pero el tipo se reacomodaba y seguía en lo suyo. Intenté olvidarme del tipo y me puse a mirar por la ventanilla hacia fuera.

Al cabo de un rato comienzo a sentir un frío en mí pierna… miro y veo una mancha húmeda… la toco y huelo mis dedos y siento un putrefacto olor a vino… miro hacia arriba y me doy cuenta que al borracho le salía un hilo de baba asquerosa que caía sobre mi falda quedando por un rato una baba elástica que comunicaba su boca con mi pierna… un asco total.

Me levanté asqueado, pedí permiso y me metí a un costado en el pasillo. El borracho se sentó y acomodó su cabeza en el hombro de una mujer rubia que iba sentada a mi lado. La mujer lo empujó varias veces hasta que se aburrió y se cansó. Lo dejó dormir tranquilo. Se le notaba en la cara a la mujer la bronca y alcancé a divisar que la baba del tipo ya tenía otro pasajero y otro lugar donde alojarse: los pechos de la mujer. La tipa me relojeó un par de veces con la mirada como para partirme en dos. Pensé «bueno, por una vez, que no sea yo solo el que sufra las desventuras… con alguien las tenía que compartir».

Miro hacia fuera del bus y veo el lugar parecido a las indicaciones que mi amigo me había dicho… me tiré literalmente a la puerta y luego de tocar el timbre, me bajé.

Arranca el bus y quedo solo en una intersección de 3 calles. Silencio total. Todo oscuro. Se escuchaban búhos y hasta un lobo aullando parecía. Creo que le había errado de parada. Aparece un peludo tastabilleando y me pega un grito «flaco… ¿tenes un faso?»«no…», le respondo… «no fumo». «¿Maruja?» que era un modo de pedirme un cigarrillo de Marihuana. «Tampoco», le contesto. «¿Coca?…» continuó. Supuse que no se refería a un refresco y cansado le respondí «No, nada de eso». El tipo me contesta… «entonces no me servís pa nada»… se fue por una calle lindera y desapareció en la oscuridad.

Estaba perdido, así que llamé a mi amigo quien me pidió le describiera el lugar, después de un rato me indicó «ya sé donde estás, te bajaste mal, Seguí para adelante 3 cuadras más y doblá a la derecha ahí agarras una calle de tierra y seguís 2 cuadras. El número es 5694». Arranqué con paso rápido y me metí en la calle de tierra… era una boca de lobo. Apenas unas luces que salían de las casas pero en la calle iluminación cero. Empecé a caminar las 2 cuadras que me había indicado y a partir de allí traté de ver los números de los domicilios, los cuales se me dificultaron no solo porque no había traído mis anteojos sino porque la mayoría estaba a unos 7 metros adentro del portón y con escasa iluminación.

Después de pasar las 2 primeras casas ya no pude leer los números, entonces en  una de ellas intenté abrir el portón para acercarme más a la puerta y ver el número. Cuando fui a abrir el portón salió un perro «marca» Rottweiller enorme… más que perro parecía un caballo. Me ladró y salpicó con toda su baba mi camisa… corrí a la calle y molesto continué hacia la siguiente casa donde volví a hacer el mismo intento… es entonces cuando siento un grito desde dentro de la casa… «Fuera ladrón!!!» y escucho… BANG – BANG!! Me estaban disparando!!!  Mis pies parecían los dibujitos animados, se revolearon como ruedas y salí como un bólido de allí. Detrás de mí dejé el polvillo de la tierra de la calle que iba levantando.

Ahí ya no aguanté más, y en medio de la calle llamé de mi teléfono móvil a mi amigo y agitado le indiqué que saliera que no encontraba el número de puerta. En medio de la oscuridad veo 2 sombras levantando sus manos y aunque dudé por un instante me fui acercando pausadamente hasta que a 2 metros de ellos los reconocí, eran Fabian y Leo.

Les conté lo sucedido. Creyeron que me lo había inventado y me hicieron pasar al parrillero.

Fabian tenía un trapo húmedo que constantemente se ponía mojado sobre la mano quemada. Cuando me la mostró… parecía una masa deforme, hinchada y más roja que caperucita roja.

Entré al parrillero, allí frente al fuego de la parrilla, que esta vez hacía de fogón para calentar el ambiente, había una mesa larga con picada de quesos, fiambres, maníes, papas fritas, y otras comidas. Frente a ellos, preparadas para la guerra, estaban Cecilia e Ivanna. Las saludé y luego me senté a su lado.

Frente mío el Leo mirando tele con un vaso lleno de whisky. Las chicas en principio tomaban refresco, digo en principio porque más tarde se tomaron hasta el rocío que caía.

Le pregunté a Fabian donde estaba el resto de la bebida espirituosa… y apareció con una botella espectacular de Vodka y 2 botellas de licores, una de menta y otra de chocolate. Agarré los vasos e inventé un trago especial para esa noche… «Nostalgia Crash», una mezcla que no quedó muy bien de Vodka, licor de chocolate y licor de frutilla, sumamente dulce y más fuerte que flatulencia de perro.

Arranqué suavetón y tomé yo solo, al resto no le gustó, así que solo tomaron el whisky o cortaron vodka con refresco.

Leo estaba pesado con la TV que solo el prestaba atención, saqué unos discos compactos de Old Hits de mi bolsillo que especialmente había editado para la noche. Los metí en el radio grabador con cd y apagué la tele bajo la molesta mirada de Leíto.

Al ritmo de Gloria Gaynor y su «I Will Survive» y más tarde con los Bee Gees con «Stayin Alive» comenzamos a entrar en ambiente. Cayeron en moto Maxí y Nestor (primos entre sí) a la velada.

Y empezamos a obstruír nuestro conducto faríngeo con alimentos y bebidas. Todos sin excepción le prendieron al alcohol y de a poco comenzaban a sentir los efectos. Nos bebimos todo.

Cae Ernesto, hermano de Ivanna, que nos iba a acompañar a la fiesta. Era el menor de todos, alrededor de unos 20 años y al que ninguno de nosotros conocía excepto Cecilia y obviamente su hermana.

También se prendió al alcohol con moderación… por el momento, y cuando arrancó Village People con el clásico «YMCA» enloqueció y se puso a hacer el paso de baile característico ante la atenta mirada del resto de nosotros.

Se hicieron las 23 hs. y fue el momento para partir. En total éramos 8 así que llamamos vía teléfono 2 servicios de radio taxi. En 3 minutos llegaron ambos vehículos. En uno, el de delante, iban Maxi, Cecilia y los hermanitos Ivanna y Ernesto que ya acusaba los efectos del alcohol. En el otro taxi, viajaron Leo, Néstor y yo en el asiento trasero y Fabian en el asiento delantero. El estado etílico de Leo y Néstor también se estaba notando aunque levemente, se hacía más evidente ante el pasaje de alguna chica cerca del coche en la que estos 2 individuos beodos impartían infinidad de improperios ordinarios a través de la ventanilla: «Nenaaaaa… no soy Ninja… pero te parto en ocho igual», «Juguemos al diariero…vos me hacés los pedidos y yo te re-parto», «Juguemos a la Aduana… yo vengo de viaje, y vos me revisás el bulto…», «Si el mundo fuera un pañuelo… vos serias mi moco preferido.»… entro otros… Y lo peor de todo es que a las chicas les gustaba, los miraban y se reían… ¿A dónde hemos ido a parar?

Desde adelante se escuchaba un «shhhhhhhhhhhhhh» de Fabian que escuchaba todo.

Llegamos, entramos por distintas puertas y luego nos encontramos dentro.

Estuvimos investigando las pistas de baile. Había varias con distinta música. Ya estaba concurrida la fiesta.

Los precios carísimos, pero Leo se las ingenió para conseguir que un amigo nos hiciera una «venta de garaje» a precios módicos, entre las compras adquirimos una botella de whisky Johnnie Walker ya que a varios se les había ido el «efecto deshinibitorio» del alcohol. Algunos le agregamos refresco cola para convertirlo en Whiskola y apaciguar los efectos secundarios.

En un momento determinado, nos reunimos todos en un recodo a la salida de uno de los salones. Maxi ya estaba en un estado lamentable y aparece una veterana de unos 70 y largos años con más arrugas que la momia de Tutankamon. Tenía una emoción la mujer que salió bailando del recinto sola. Maxi… ni lerdo ni perezoso… acudió en su rescate… «estás como loca hoy ehhh!!, esta es tu música ¿no?». La veterana entró en el juego, sonrió y le grito algo al oído… ahí se acercó Fabian y le soltó una frase matadora… «Como te arreglaste hoy ehhh… te maquillaste para matar… ¿ya levantaste algo?»… fue más desubicado que morcilla en ensalada de frutas.

Mientras seguían intentando conquistarla, yo, de lejos, trataba de calcular la cantidad de arrugas, pero la media hora que estuvo allí no me alcanzó para tanto. Alegremente la mujer se retiró a la pista de cumbias viejas.

Observé a mi alrededor el estado de mis acompañantes. El peor por lejos era Ernesto, intentando mandar un mensaje en su celular… se tambaleaba de adelante hacia atrás y viceversa.

Tanto líquido me estaba agitando la vejiga, así que me dirigí a uno de los baños químicos del lugar. Tuve que hacer una cola para acceder a ellos. Entro al cubículo de no más de un metro cuadrado de diámetro y me concentro en la actividad fisiológica. La puerta estaba rota. Mientras escucho el líquido desagotarse siento un vientito detrás de mí y entra una chica totalmente ebria y me abraza… casi me tira… el chorro salió para cualquier lado golpeando la pared de enfrente, ya veía venir la salpicadura… hice un ligero cabeceo para esquivar el  líquido rebotado que fue a dar justo en la frente de la muchacha que al sentir el golpe se tiró hacia atrás… desapareció y la puerta volvió a cerrarse. Seguí en mi actividad. Cuando culminé me di vuelta e intento infructuosamente de abrir el cerrojo.

El maldito se había trancado. Hago presión con movimientos bruscos y no se abre. Me estaba dando claustrofobia, además de que me estaba asfixiando con el olor a orina del recinto. Nadie me escuchaba por el alto volumen de los parlantes. Busco desesperadamente algo que me ayude a salir de allí, y veo arriba una franja de rejilla que comunicaba en ambos costados con los cubículos contiguos.

Me subo al inodoro y me acerco a la rejilla de la izquierda… «¿hay alguien ahí?»… «Sí», me responde la voz de un tipo. «¿Te animás cuando salgas a abrirme la puerta desde afuera que se me trancó?» le ruego… Se hace un silencio hasta que me responden «sssii, pero ahora estoy ocupado y voy a demorar»… antes que volviera a hablarle escucho un sonido fuerte similar a una explosión PRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRAAAAAAAAAAAAAAAA y enseguida un SPLASHHH!!

Entendí la situación que atravesaba aquel hombre… bueno más bien entendí lo que lo atravesaba y me pareció lógico dejarlo en paz con sus problemas y a juzgar por el aroma eran grandes y graves problemas.

Me dirigí hacia el lado contrario, y me acerqué a la rejilla… volví a pronunciar las mismas palabras «¿hay alguien ahí?» y una voz suave de mujer me indica «Si»… le pido lo mismo que al hombre anterior y me contesta que no hay problemas… cuando sale me abre la puerta una rubia despampanante, le agradezco y para pagarle el favor (yo ni lerdo, ni perezoso) le invito a tomar una copa. Ante mi asombro acepta. Así que nos fuimos a una de las barras y le digo «pedí lo que quieras» y zas! Pidió un cocktail, una picada con queso, fiambre, chorizos, 2 refrescos, un whisky y dos cervezas… pegó un chiflido y atrás mío apareció una banda como de 20 personas… se tomaron y comieron todo… me agradeció la atención y se fue con la turbe… viene la moza y me dice… «son $ 1.500″«Quéeeeeee!!! ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿Mil qui-nien-tos pesos??????»… casí me da un ataque ahí mismo… pagué con bronca y me fui a buscar a mis amigos pues no quería perderme el resto de la noche estando de mal humor.

Encuentro a Leo, Ernesto en estado deplorable y Néstor. De Fabian, Ivanna, Maxi y Cecilia ni rastros. Me quedo un rato con ellos.

Néstor y Leo estaban bastante fresquitos.

Ernesto borracho abraza a Leo y le dice algo que no alcanzo a escuchar… se me acerca Néstor y me dice al oído «Ojo con Ernestooooooo» y se va. No lo entendí hasta que se me acercó Ernesto y con la lengua trabada me balbucea sobre la corriente política en la que militaba y me invitó a sus reuniones donde el me presentaría y otras cosas sin sentido que no presté demasiada atención… hasta que me pregunta «¿Voshhh eshhtassssssssss haccccccccccccciennddoooooo fierrross?»… «Sí, voy a un gimnasio de pesas» le respondo… entonces se acerca y me agarra el brazo tocándome el músculo, lo frota un rato y lo amasija. «Mmmmm ¿y este?» -pensé.

Traté de zafar y en eso pasa una chica con curvas muy pronunciadas y este atorrante le mete un terrible manazo… la mina se da vuelta y me da terrible cachetazo y sigue. «¿Qué hacés?»… le digo y se mata de risa el tipo.

En eso aparece Maxi… o lo que quedaba de él. Ernesto lo vé venir y le grita «¡Maxiiiiiii! Loco… volviste… ¡qué lindo que estás!» y sin que el otro pudiera reaccionar le prende un terrible beso gay en la jeta. ¡Quéeeee ascooo!… Al principio Maxi intentó sacárselo de encima, pero Ernesto estaba prendido como garrapata… después de un rato… digamos unos 5 segundos Maxi ya no lo intentó más y se rindió. Me fui asqueado a otra pista intentando olvidar esa escena. Atrás mío también aqueados venían Leo y Néstor que se le había prendido a una hamburguesa.

Nos metimos en una pista de baile que estaban pasando rock argentino de los 80. Mientras estábamos ahí apretujados entre la gente cambian la música a cumbia uruguaya de la antigua… si hay música que odio y no sé bailar es la cumbia… pero empiezan a pasar más chicas y en el alboroto quizás algo se podía rescatar.

Leo bailoteó mientras con su vista hacía una panorámica alrededor como si del periscopio de un submarino se tratara intentando ubicar alguna fémina para bailar. Néstor se le prendía a cualquier escarabajo que pasara y yo como no podía ser menos cuando veía que se acercaban chicas en la pasada me tiraba enfrente cortándoles el paso y las encimaba agarrándolas de la mano para acomodarlas al baile. La mayoría se zafaba con rapidez, hasta que una aparece sola y se me queda bailando. No lo podía creer.

La chica era de cabello negro y una vincha rosada con rostro muy bonito, una blusa color salmón y un pantalón blanco muy ajustado que dejaba entrever una hermosa cola. La tipa bailoteó todo, me agarraba y bailaba casi sola alrededor mío. Mis amigos confundidos pensaban como yo podía conseguir una chica para bailar y ellos no, se fueron molestos.

Seguimos bailando un rato más, hasta que la chica me dice… «¿vos fumás?»… no le respondo… «ah qué lástima, tengo terribles ganas de fumar y no tengo cigarrillos» me dice. Ví la oportunidad de hacerme el galán y no la desperdicié: «Ah, no te preocupes, yo te compro una caja»… supuse que los cigarrillos no me podían salir más de 35 o 40 pesos como en todos lados pero le erré mal. ¡Me salió 90 pesos hacerme el galán!. Para darme ánimos pensé «que son 90 pesos si ya tenía a la chica»…

Nos fuimos a sentar en un banco a las afueras para que ella pudiera fumar.

Mientras caminábamos iba mirando sus atributos traseros e iba pensando cuantos años podría tener es chica. A ojo, yo que tengo mucha visión para esto, le daba unos 30 o 32 añitos que estaba muy bien para mis 37.

Nos sentamos, encendió el cigarrillo, le pegó una bocanada y largó el humito con terrible sensualidad. Mis hormonas estaban en ebullición. Lourdes, que así se llamaba, comenzó a hablarme de la música, luego de la familia… le pregunté con quien había ido allí y me contestó que con su madre, el novio de esta y su hermana… «Su madre!» pensé… pero después reflexionando, no me pareció nada extraño ya que en La Noche de la Nostalgia conviven varias generaciones a los que les gusta diferente música.

Continuó hablando y hablando y hablando… no me dejaba emitir opinión alguna, solo hablaba ella… yo solo la escuchaba y la miraba… ella no me preguntaba nada solo hablaba y hablaba. Me sentí más un psicólogo que un pretendiente.

Como no podía hacer otra cosa más que demostrarle atención, mientras hablaba la observaba detenidamente y comenzó a parecerme más joven de lo que me había parecido en un primer momento… hasta que en parte del monólogo escucho «… y bueno estoy nada más para el estudio… todavía me quedan materias de quinto grado…». «¡Cómo quinto grado!» pensé… ahí no aguanté más y le pregunté «¿Cuántos años tenés?» y me dice sin anestesia «20»… casi me desplomo ahí nomás. Me iban a llevar preso, 20 años!… La dejé continuar su «charla individual» mientras no podía dejar de pensar que era como una hija o sobrina para mí… que cuando yo tenía 20 años ella apenas tenía 3 años… me sentí un degenerado y me deprimí.

Quiso volver a bailar. La seguí sin ganas. Me vio muy duro bailando (no era solo porque no supiera bailar cumbias o porque las aborrecía, sino porque estaba destruido psicológicamente). Intentó enseñarme a bailar cumbias… me hizo tomarla de la cintura y la cadera para que le siguiera el ritmo… yo no podía dejar de pensar en una palabra… «degeneradooooooooo»… Al cabo de un buen rato, no sé si se habrá dado cuenta de mi desinterés que me dijo «si querés buscamos a tus amigos así yo voy con mi familia después»… a lo que respondí «no, buscamos a tu familia y después yo los busco a ellos no te preocupes».

Encontramos a la hermana en la entrada del baño y la dejé allí, le dí una tarjeta mía con el teléfono, pero no le pedí el suyo… hasta casi le digo «si querés otra sesión de terapia me llamás» y acto seguido rajé en busca de mis amigos.

Los encontré a todos menos a Cecilia, Ivanna y Ernesto.

Mis amigos querían irse, estaban cansados, así que partimos. Yo me fui a casa en un taxi que me salió un ojo de la cara por ser feriado… hasta el día de hoy me siento tuerto. Los chicos se fueron a casa de Fabian, que ya tenía la mano como una pelota, a terminarse la picada pues les había atacado el hambre de la mañana.

Al resto no los vimos, aunque después las noticias del día siguiente fue que Ernesto como era de esperarse terminó destruído.

Y ante los comentarios de exhibición homosexual y bisexual… casi todos tiraron bombas de humo y escapaban de la situación. Y cuando no hubo más remedio que responder Maxi solo atinó a decir «pero no viste que fue el quien me planto el beso» mientras le brillaban los ojitos y Ernesto que hasta hoy continúa desaparecido (en cualquier momento hacemos la denuncia en objetos perdidos), parece que comentó que de tan alcoholizado que estaba no recuerda nada de eso… amnesia espontánea le llaman.

Por mi parte, esa noche me salió carísima, tanto que estoy pensando no volver a salir por un año entero y eso solo si consigo una novia con plata que me pague otra Noche de la Nostalgia, porque hasta el año que viene voy a estar pagando el crédito que tuve que sacar para pagar las cuentas del mes…

Alejandro Peña

Lic. en Ciencias de la Comunicación. Autor de "El lado oculto de la información" en 1997. Periodista y Publicista. Redactor. Diseñador Gráfico y Web.

2 comentarios en «Noche de la Nostalgia: la noche más-cara»

  1. Lo sentimos Paola, pero esta nota es una nota de humor sobre la noche de la nostalgia, no sabríamos decirte donde anotarte para sorteo de entradas. Eliconodigital.com por el momento no tiene entradas para ese evento para sortear. Gracias por comunicarte.

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