Sacándole jugo a Durazno: la otra mirada al Pilsen Rock

Las cosas han cambiado bastante desde aquellas primeras ediciones del Pilsen Rock, en la que lo denominábamos el Woodstock Oriental. Los tiempos que corren no son los mismos, las bandas tampoco, incluso el público ha ido mermando desde la 5ª Edición a esta 6ª y al parecer última que se realiza en Durazno , según trascendidos.

El cambio de fecha y de estación (recordemos que desde su inicio, el evento más importante de rock nacional se había desarrollado en los meses de Octubre y Noviembre), parecía por fin acompañar con un sol radiante y mucho calor que invitaba a darse unos chapuzones en el Río Yí, a los pies del Camping Municipal.

Uno esperaba ver, como todos los años, bandadas de personas apostados en el camino a los costados de la ruta por los más de 180 kilómetros que separan Montevideo de la Ciudad de Durazno. En cambio, los minúsculos grupos que continuaban esa peregrinación año a año había disminuído, ahora eran contados y esporádicos grupetes enfundados con su alma rockera y alguna que otra mochila con utensilios de primera necesidad: vino, refuerzos de mortadela, cigarrillos (u otros objetos fumables) y el infaltable encendedor.

Pero, el campo solitario fue el pasajero constante del largo viaje hacia el centro del país.

Al llegar, la situación no parecía cambiar. Aunque los carteles indicaban con una bienvenida la llegada a la ciudad con nombre de fruta y el pasaje fugaz por el Parque de la Hispanidad donde desde lejos se veía el enorme escenario, este año con la particularidad de tener una pasarela que se incrustaría entre la gente, apenas esbozos de carpas integradas al paisaje y tenues remeras negras vestían a los adolescentes (y no tantos) que deambulaban por la zona.

Al acercarse al centro de la ciudad la imagen cambiaba un poco recordando viejos tiempos. Los toldos, mochilas y carpas desparramados sobre las plazas de la ciudad, en los jardines e incluso en las veredas. La mayoría había optado por los alrededores de la terminal de ómnibus cercana a la estación de trenes. Allí permanecían los grupos más numerosos.

Era evidente que esta sexta edición del Pilsen Rock, sería la menos voluminosa en cuanto a público. Las causas pueden ser muchas y variadas. Desde el precio de las entradas ($ 130 anticipadas y $ 160 en la puerta), hasta la no presencia de bandas que el público adolescente adora como La Vela Puerca y No Te Va Gustar.

De todas formas el despliegue de público era importante y tras bambalinas se hablaba de entre 60.000 y 80.000 espectadores que en varios momentos del show explotó acompañando el espectáculo.

Por los alrededores, como es costumbre, se podía ver al Intendente de Durazno, Carmelo Vidalín, repartiendo abrazos quizá como parte activa de su propaganda política de cara a las elecciones próximas. El hecho es que en el 2008 por motivos poco claros el Pilsen Rock no se realizó normalmente en los meses de Octubre y Noviembre y se hizo en el mes de Marzo del año de elecciones nacionales bajo un fuerte rumor de que sería el último a realizarse en la ciudad de Durazno.

Los comentarios en off indican que podría convertirse en un festival itinerante, es decir, que rotaría en varias ciudades y departamentos del país edición tras edición. Habrá que ir imaginándose también el nombre que podrá tener, ya que es poco plausible que vuelva a llamarse Pilsen Rock puesto que como bien se sabe la política gubernamental es la de no promover en forma pública el uso tanto del cigarrillo y el alcohol. Pero, eso será análisis para otro momento.

Lo que no faltó es el expendio de bebidas y comidas a los visitantes como todos los años nos tienen acostumbrados los duraznenses y la venta de todo elemento de mercadotecnia alrededor del evento y las bandas participantes (y no participantes también). Pero, ante consulta a los vendedores, éstos no dudaron en identificar esta sexta edición como la más baja en cuanto a venta de estos artículos aunque tampoco es algo para despreciar.

En cuanto a organización, ya desde el arranque, los productores manifestaban que no se podría ingresar al Parque de la Hispanidad con cámaras de fotos, termo, mate, alimentos o cualquier otro elemento que pudiera convertirse en peligroso. Comentan que los amantes del cigarrillo pululaban a la caza de alguno que hubiera podido pasar un encendedor, aunque entre la multitud que hacía pogo se podía ver no solo encendedores, sino los flashes de las cámaras digitales y alguna que otra pirotecnia. Los que sí faltaron con aviso fueron los mástiles con banderas, en su lugar se blandían telas alusivas a las bandas sobre todo en la parte más cercana al escenario.

En cuanto a la seguridad, fue común ver en el show de alguna banda (sobre todo de Trotsky Vengarán) objetos volar por los aires, desde agua, botellas de plástico hasta piedras arrojadas al escenario, tanto que Guillermo Peluffo en medio de su actuación tuvo que «retar» a sus seguidores.

Pero, lo peor sobrevino sobre las 23 hs. por una falla en la información. Según diferentes fuentes, la producción del espectáculo decidió habilitar el ingreso a las personas que permanecían fuera del predio sin entrada (quizás con la intención de abultar la cantidad de asistentes al Parque de la Hispanidad, en un evento que se promociona principalmente por el volumen de espectadores). Sucedió poco antes de el último show del evento, el Domingo 22. Se trataba del regreso de El Peyote Asesino.

Al parecer tal decisión de la organización no fue comunicada a los efectivos policiales por lo que al ver avanzar a la masa estos actuaron generando la bronca de los jóvenes que se manifestaron con la apedrea a la policía, que entre los heridos tuvo al jefe de policía José Luis Fierro.

Llegada la madrugada, cuando todos se apostaron a regresar a sus hogares en buses, tren, autos o simplemente caminando, el cansancio se evidenciaba en todos los que participamos.

Transpirados, mojados, con hambre y sed, al caer el rocío un campo lleno de bolsas, papel y basura quedaba atrás como despedida… y solo los focos de los demás coches nos mostraban el camino que cada tanto se interrumpía por algún caminante que con su bandera hacía dedo con la esperanza que algún alma caritativa lo levantara mientras canturreaba sin música… «…estás mal de la cabeza que te pasa… mal de la cabeza… que te pasa…»

Alejandro Peña

Lic. en Ciencias de la Comunicación. Autor de "El lado oculto de la información" en 1997. Periodista y Publicista. Redactor. Diseñador Gráfico y Web.

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